General George CATROUX

De frente y De PERFIL

visto por MAMBRU

NACIO en 1879 y se educo en Saint Cyr.  De la famosa escuela salió para ingresar en la Legión Extranjera.   Era una escuela más dura pero templaba las almas de los soldados dispuestos a todo.   Modernos “lasquenets” en[1] el ocaso de una época, los legionarios  vieron en Catroux a uno de los suyos.  En 1905, admiro los templos antiguos de Indochina y vivió varios años  con la mano puesta  sobre la culata de la pistola.  Con el Colonizador Lyautey tomo parte en las operaciones marroquíes,  cuando Francia desplegaba la bandera  para que los importadores de Marsella pudieran vender naranjas africanas.  En 1918 Catroux era agregado militar en Constantinopla.   Después fue a Damasco porque la gloria de Francia también había llegado a Siria.  Durante la campaña del Rif, aquella operación imperialista que León Blum había apoyado, Catroux  dirigió el “segundo Boreal”, vale decir el Servicio de Inteligencia.  Pero informadores objetivos podrían atestiguar que no fue precisamente la inteligencia la que venció en la empresa imperialista, sino la fuerza pura y simple.  Las arenas resecas del desierto lo llamaban.  Y allá fue Catroux, en 1927, para ponerse al frente de los mercenarios de la Legión.  Antes que Marrakech fuera visitada por los turistas de la Agencia  Cook, Catroux limpio en la ciudad secular los últimos focos de la insurrección árabe. La segunda guerra mundial lo encontró nuevamente en Indochina.  Se plegó a las fuerzas de  De Gaulle,  llamadas de “la Francia Libre” (pero no África libre).  Su denuedo por la conservación integral  del imperio le valió altas distinciones.  Fue embajador en la URSS en 1946, y luce en su pecho la Gran  Cruz de la Legión de Honor.

Artículo publicado en el Diario El Laborista, Edición del 18 de abril de 1953 (pág. 06)


[1] Esta palabra no aparece en la foto, debido a la mala conservación del Diario.

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