JORGE ABELARDO RAMOS Y LA EMANCIPACION NACIONAL
Por Carlos Alberto Del Campo*
El 2 de octubre del año 1994, falleció en Buenos Aires, Jorge Abelardo Ramos, político, pensador, historiador, autor y embajador argentino. Había nacido en el barrio de Flores, de la misma ciudad, el 23 de enero de 1921. Actuó en política desde los finales de la década del treinta, frecuentó ámbitos culturales e ideológicos de izquierda opuestos al estalinismo soviético. Su militancia se sumó al esfuerzo de estudiar y difundir la verdadera historia argentina abordada en el marco del pasado de América Latina.
Desde su participación en los primeros grupos ideológicos que compartían las ideas de Trotsky, se vinculó con quienes que actuaban en contra de la participación argentina en la II Guerra Mundial. De dicha acción proviene su relación con Arturo Jauretche y los integrantes de FORJA. En las jornadas del 17 de octubre de 1945 apoyó la Revolución encabezada por el Coronel Juan Domingo Perón. Con pensamiento propio y crítico, junto a Jorge Eneas Spilimbergo y otros amigos, respaldaron la Revolución Justicialista. En 1952 integró el Partido Socialista de la Revolución Nacional (PSRN), agrupación que apoyó en forma independiente a la candidatura de Perón en los comicios del 11 de noviembre de 1951.
Con el apoyo de su padre y del gobierno viajó a Europa desde donde escribió, con el seudónimo Víctor Almagro en el Diario “Democracia, crónicas y notas de opinión sobre los temas de la posguerra del viejo continente que unos años después fueron publicadas en un volumen titulado “De Octubre a Septiembre”.
Abelardo Ramos fue un militante, un organizador de partidos sin apoyo del Estado ni recursos especiales. Su principal mérito fue la reformulación de la conciencia nacional que llevó adelante con extraordinaria capacidad de oratoria y comunicación. Defendió a Perón frente al ataque de los grandes medios los que, apoyados y financiados por la oligarquía, influían en la clase media y en la izquierda que aseguraba que era solo un líder nazi-fascista.
Publicó notas, escribió libros, levantó tribunas, fue un filoso polemista. Durante el exilio en Buenos Aires de Carlos Montenegro y Augusto Céspedes, posterior al colgamiento del presidente, Mayor Gualberto Villarroel, por parte de la “rosca minera, cultivó una amistad de muchos años que prosiguió en La Paz durante la Revolución Nacional Boliviana del MNR DE 1952. Las notas de su autoría publicadas en el Diario La Calle, que posteriormente darían lugar al nacionalismo revolucionario, aguardan aún ser estudiadas.
Fue Ramos el único intelectual argentino que pudo organizar y sostener su partido político: el Frente de Izquierda Popular (FIP) fundado en 1972 continuador del Partido Socialista de la Izquierda nacional (PSIN) de 1962. Lo notable es que si bien el partido se llamaba de “izquierda”, no realizó nunca una alianza con agrupaciones de la izquierda. Cuando era consultado sobre la ‘unidad de las izquierdas’ repetía que él estaba de acuerdo, pero a condición de que “nosotros estemos fuera de la misma.”
Ernesto Laclau dijo que: “Ramos fue el pensador político argentino de mayor envergadura que el país haya producido en la segunda mitad del siglo XX” pero se manifestó opuesto a la construcción de un partido político independiente sostenido en las tesis fundacionales. En 1979 Ramos impulsó un debate interno que lateralmente incluyó el tema; cinco años después, Ramos disolvió su partido, que entonces llevaba el nombre de Movimiento Popular de Liberación –MPL-, para incorporarse al peronismo.
Es autor de dos grandes obras: Revolución y Contrarrevolución en Argentina (5 tomos) y la Historia de la Nación Latinoamericana (2 tomos). La primera publicada por Plus Ultra contó con 5 ediciones de 3.000 ejemplares cada una en los finales de los años 60; la segunda fue publicada por Peña Lillo; y en su homenaje fue reeditada por el Senado de la Nación. La Editorial Insular de Florianópolis la publicó en idioma portugués como História da Naçao Latino-americana y la editorial Planeta de España editó otros títulos.
Fue un político de gran coraje al momento de tomar decisiones; hizo de la política la razón de su existencia con absoluto desinterés personal. Fue prohibido en el 1955, y aún así continuó publicando artículos y libros; creó la librería Del Mar Dulce en la avenida Córdoba; organizó editoriales en la perspectiva de fortalecer la formación de la conciencia nacional y proyectar sus ideas del Socialismo Criollo y latinoamericanista.
En 1973, producido el triunfo presidencial de Perón, anticipó a los grupos de acción armada que “el triunfo de Perón había movilizado a la oligarquía a derrocarlo y que, objetivamente, toda acción terrorista coincidiría con el golpismo inspirado en los grandes poderes”. Rechazó el jolgorio de la “teoría del foco” alentado por un guevarismo que calificaba a Perón como “enemigo de clase”.
En agosto de 1975, fue el primer dirigente nacional que denunció públicamente el golpe de estado en ciernes. Lo hizo desde Córdoba apoyando al gobierno de Isabel en tanto expresión de la voluntad soberana.
Durante los años 1974 y 1982 vivió en Alta Gracia dispuesto a organizar una modesta explotación agropecuaria en procura de generar algunos recursos de los que carecía porque sus libros ya no se vendían. El día del aciago golpe de 1976 su propiedad fue rodeada por efectivos del ejército con destino en la unidad militar de José de la Quintana; allanaron su vivienda sin orden judicial; revisaron los archivos; llevaron presos a dos colaboradores ante la presencia de su esposa, su suegra y algunos de sus hijos. Fue uno de los dirigentes más activos en la denuncia de las graves consecuencias de la acción golpista que, por entonces, gozaba de simpatías en agrupaciones antiperonistas.
En 1982, cuando Argentina recuperó las Islas Malvinas sumó su mayor decisión y actividad en respaldo de la acción soberana. Defendió la imprescriptibilidad de los derechos argentinos ante la sesquicentenaria usurpación colonialista. Publicó artículos y una traducción del Informe de Lord Frank, fue entrevistado en televisión, viajó a Puerto Argentino junto a los presidentes de los partidos y Saúl Ubaldini, secretario de la CGT. Los textos de su vigorosa defensa se difundieron en países hermanos donde la Causa Malvinas se tornó en bandera unificadora de la Patria Grande.
En 1983, con poco ánimo de alejarse de Alta Gracia, regresó a Buenos Aires dado la convocatoria a la elección presidencial. La Justicia de la dictadura rechazó la sumatoria acordada con el candidato Ítalo Luder del Partido Justicialista. El FIP debió optar por llevar candidaturas propias en todos los distritos provinciales. En esa campaña, Ramos calificó la ilegalidad de la deuda externa, propuso la constitución de un club de países deudores, denunció la desmalvinización y llevó al primer plano de la opinión pública la defensa del rol de la mujer en la vida política y social argentina y la revalorización de la tarea del ama de casa. Puso a los militantes a colaborar con las compañeras para organizar en todo el país el Sindicato de Amas de Casa y luchar por los derechos jubilatorios de su tarea sin reconocimiento.
En 1987 explicó -en un folleto de masiva circulación- las razones de la crisis militar de Semana Santa que encabezaban héroes de Malvinas. Con la influencia de sus amigos Alberto Methol Ferré y Pedro Godoy adhirió al documento de la Iglesia de Puebla que revalidó los movimientos nacionales y la unidad de la Patria Grande. Ante la Convención del partido, Ramos expuso sobre “el papel peculiar que la fe religiosa puede jugar como equivalente histórico de las ideologías políticas”.
En 1989 fue cofundador del Frente Justicialista Popular (FREJUPO) que impulsó la fórmula Menem-Duhalde siendo orador en el gigantesco acto de lanzamiento en La Rioja. Al asumir el gobierno fue designado embajador en Méjico, el único reconocimiento oficial de toda su prolongada vida política. La orientación del gobierno, distinta a la expresada en la plataforma electoral, significó para Ramos algunas críticas. Sostenía que al gobierno peronista lo defendía centralmente por la conformación del MERCOSUR, medida de valor estratégico que superaría las políticas de contenido ‘colonial’ o ‘semicolonial’. En documentos internos (están publicados) advirtió sin embargo que, con la adopción de las políticas liberales aperturistas que los gobiernos América Latina adoptaban inexorablemente, se avanzaría a una catástrofe social. Simultáneamente señaló que si el pueblo latinoamericano no rehúsa suicidarse, deberá ser modificada.
A 25 años de su partida Ramos sigue gravitando por su esencial aporte histórico y político a la autoconciencia de América Latina arrasada por el denominado capitalismo financiero que desvaloriza el trabajo favoreciendo la especulación que es razón principal de la pobreza, la corrupción, la desocupación, la marginalidad sin derechos humanos, la existencia de fortunas descomunales sustraídas del ahorro argentino ocultas en cuentas “off-shore” (solamente, a marzo de 2017, el “blanqueo” alcanzó los U$S 117.000 millones de dólares, superando a Italia, España y Brasil).
Al morir Jorge Abelardo Ramos, su amiga la escritora Graciela Maturo señaló que ya se advertía entonces “la desolación de un país sin rumbo”. Hoy en su memoria, alentamos la lectura de sus obras por parte de nuevos protagonistas en la esperanza del rescate de las banderas de la emancipación nacional.-
* Córdoba, Argentina, 2 de octubre de 2019 Carlos Alberto Del Campo, editor, compilador y autor del libro “Jorge Abelardo Ramos. Así lo Vieron”, Ed. Ciccus y del Corredor Austral, 2015.