NO BASTA LA ATÓMICA
La Hora de los Pueblos Llama a las Puertas del Imperio Británico
Por Victor Almagro
EXCLUSIVO
PARIS.- La explosión de Montebello ha sido una eficaz comprobación para el mundo entero, y los propios británicos, del desarrollo atómico logrado en el viejo Imperio. A pesar de que no se conocen datos parciales sobre otras armas atómicas, es indudable que la gran experiencia científica e industrial de las Islas auguran mayores éxitos. Así lo festeja toda la prensa que ha visto renacer su tradicional orgullo. Inglaterra se ha sentido crecer frente al poderoso aliado que lo asfixia. Pero toda esta ola de euforia que ha corrido como río en los bares de los Infinitos clubes de Londres e incluso en los protocolares “tés” de las damas inglesas, no ha alterado su proceso de descomposición general. En el plano interior, el gobierno debe enfrentar la huelga de los obreros navales y metalúrgicos que no han variado su negativa a aceptar las horas de trabajo suplementarías, a pesar del regocijante éxito del Imperio con la bomba atómica. Los industriales y comerciantes Ingleses han puesto el grito en el cielo y argumentado con los intereses “nacionales” de siempre: La huelga implica una disminución de la producción justamente cuando los productos ingleses deben competir con los alemanes y japoneses que se superponen en sus mercados. Por otra parte, la política exterior no es más estimulante: El ultimátum (se le puede llamar así) que el doctor Mossadegh presentó al gobierno británico, estaba concebido en términos tan cáusticos que parecen olvidar las tradiciones coloniales. Mossadegh habló a Inglaterra de igual a igual, de una potencia a otra, y el gobierno impotente debió contestar a estos atrevimientos. Irán reclama muchos millones de libras a cuenta de las “pérdidas causadas por los diferentes obstáculos y dificultades creadas por el gobierno británico sosteniendo a la compañía de petróleo anglo-iranian”.
Como si estas faltas de respeto no fueran suficientes, el gobierno debe aún enfrentar la rebeldía de sus dominios. No solamente reclaman el derecho a liberarse de la zona “sterling” sino que en el plano político y militar se desvinculan del Imperio. En la conferencia tripartita entre Estados Unidos, Nueva Zelandia y Australia, no han sido aceptados los ingleses, ni aun a titulo de observadores. Siendo N. Zelandia y Australia dominios imperiales. Gran Bretaña ha considerado que los problemas del Pacífico le atañen de cerca. Sin embargo, las tres partes han argumentado que la asistencia de Inglaterra, incluso en calidad de observadora, sentaría un precedente frente a otros países que también poseen intereses en la zona.
Una vez superada la estupefacción, la prensa se ha lanzado en una fuerte campaña contra el gobierno acusándolo de tener manos blandas. Las críticas fueron dirigidas contra Mr. Eden, ministro de Relaciones Exteriores y lord Salisbury, secretario de Estado de los Dominios. La actitud de dichos dominios en la Conferencia de Honolulu ha sido un trago delasiado amargo.
Pero si la prensa internacional y el mundo entero comprenden el desmembramiento del Imperio, los propios ingleses son incapaces de verlo. Ellos que han dominado durante un siglo prácticamente el planeta olvidan ahora su ciencia política y culpan a un funcionario de una hecatombe histórica. El mapa del Imperio se desarma como un rompecabezas, pero Inglaterra sostiene su orgullo contra todas las tempestades. ¿Hasta cuándo?
Artículo publicado en el diario Democracia
Edición del Domingo 19 de Octubre de 1952 Pág. 1