MIMETISMO SOCIALISTA
En los Parques de Inglaterra se Discute todo Excepto la Monarquía
Por Victor Almagro
EXCLUSIVO
PARIS. — La tónica de nuestra época está dada por los derrumbes. Crisis políticas, espirituales y económicas trastornan la vida y el futuro de los pueblos. Las discusiones y los debates públicos someten a juicio aún a los valores intocables del derecho romano y la libre determinación de los pueblos. Los cánones del arte clásico y la política liberal son arrasados. Hoy todo es susceptible de ser enjuiciado y si nadie discute a las monarquías es porque se las deja cumplir su ciclo de disolución irrevocable. Uno a uno, los monarcas que gobernaban sus países como un feudo propio, han sido substituidos, más o menos violentamente, por gobiernos más populares. Los viejos imperios se desploman y nuevos experimentos políticos se ensayan en las colonias liberadas.
• Los “socialistas monárquicos”
La refinada sensibilidad europea ha permitido a las casas reales del viejo continente “adaptarse a la plebeyez contemporánea, y resistir, con mayor éxito los nuevos vientos. La reina Guillermina combina la sabiduría mercantil con los blasones de la Casa de Orange y la reina de Inglaterra acepta su destino de monumento real. Esta es la voluntad de sus pueblos. Porque Inglaterra, que ha visto deslizarse de las manos sus más ricas colonias y que ha aceptado las más adveras restricciones para equilibrar el sumergido presupuesto nacional, soportará aún peores desgracias antes de ver sucumbir a su casa real.
Conservadores y socialistas, coroneles retirados y obreros de Liverpool, los profesores de Oxford y las trabajadoras de Mánchester, todos están de acuerdo en el régimen monárquico del país. Nuestra época, tan abundante en sorpresas, presenta también el grandioso espectáculo de la nación norteamericana con millones de trabajadores industriales y sin partido obrero, mientras que en la gran democracia inglesa, en cuyos parques se pone en duda desde la existencia del Dios cristiano hasta el valor nutritivo del té de Ceilán, no se discute la monarquía.
Las últimas sesiones de los Comunes sobre el presupuesto anual de la reina, estuvieron salpicadas de humor sajón y críticas al ceremonial, pero la reducción dejó en pie 475.000 libras anuales. Míster Attlee, representante del “sui generis” socialismo inglés, defendió el esplendor de las ceremonias reales porque no solamente satisfacen los deseos del pueblo sino que además disminuyen ‘las tendencias hacia otras formas de excitación”.
Por otra parte el líder socialista hubiera lamentado “deslucir demasiado el aparato del Estado”.
Otro detalle no menos interesante del peculiar respeto del pueblo inglés por sus soberanos fué manifestado en la proposición de la banca opositora con respecto a una revisión decenal del presupuesto real. Mr. Butler respondió con un argumento ilevantable: el examen periódico del presupuesto real arriesgaría mezclar a la monarquía en el seno de las luchas políticas…
La reina Elizabeth II ejercerá su oficio sin dificultades económicas. Las colonias que quedan sostienen desde la selva el último boato del Imperio.
Artículo Publicado en el diario Democracia
Edición del Domingo 7 de Septiembre de 1952 Pág. 1