EL PROBLEMA SIGUE EN PIE
El Pueblo Alemán en el Centro de los Dos Imperialismos
Por Victor Almagro
EXCLUSIVO
PARIS. (Especial).- Los calores estivales no diminuyen la intensidad política de Europa. Las conferencias se multiplican: las firmas de tratados, reuniones militares, acuerdos económicos, consultas técnicas, discusiones monetarias, conciliábulos de primeros ministros. Los problemas más graves de la historia moderna, aquellos que gravitaran sobre la suerte de todo el planeta, son debatidos y resueltos, al menos sobre el papel, por un puñado de hombres, que generalmente no representan la voluntad de la mayoría de sus pueblos.
En el mejor de los casos, se trata de estadistas prestigiosos llegados al poder por obra de un partido o una coalición de pequeños partidos oligárquicos, favorecidos por leyes electorales antidemocráticos. Se da el caso que partidos políticos que obtienen menos votos, ganan más bancas y forman gobierno: tal es el caso de Italia, Inglaterra o Francia. No obstante, estos estadistas asumen la tarea de legislar el futuro inmediato no sólo de su país respectivo, sino del conjunto de la humanidad.
La guerra mundial es su tema y todos sus esfuerzos se dirigen a su preparación. Todo esto se hace en nombre de la democracia, de los derechos humanos y de otros derechos no muy humanos pero que favorecen directamente de poderosos grupos financieros. Con la mayor tranquilidad, altos jefes militares se ocupan públicamente de los planes para la ocupación indeterminada de otro país. Las amenazas suceden a las arrogancias y las “ofensivas psicológicas” presagian otro género de ofensivas más cruentas.
Incidentalmente la prensa europea destila alguna noticia de verdadero interés público: el presidente del gobierno griego, por ejemplo, expone al general Montgomery la situación del ejército griego y las dificultades económicas planteadas a su país por el hecho de que los gastos militares representan el 46% de su presupuesto nacional. Alguna vez se habló del militarismo alemán, del militarismo sudamericano. Ahora se habla del “militarismo ruso”.
No se advierte, en cambio, ninguna alusión a la poderosa nación norteamericana que bajo el pabellón democrático obliga a Europa, lo quiera o no, a armarse hasta los dientes. Después de haber estigmatizado el “espíritu de conquista” del pueblo alemán, olvidando que los más decididos pacifistas o adversarios de la guerra – en el terreno de la política o del pensamiento- nacieron en Alemania, los dirigentes de Estados Unidos consagran sus esfuerzos en armar a la porción alemana de Occidente contra su otra mitad.
La firma de los tratados entre el gobierno de Bonn y las potencias aliadas ocupantes reactualiza la cuestión alemana y la urgencia de su unificación nacional. Los cancilleres de las potencias occidentales se han reunido en Alemania para fijar las modalidades de las relaciones con la República Federal alemana. Sus términos inquietan más que tranquilizan.
El problema esencial queda sin resolver, pues las dos Alemanias constituyen dos bastiones defensivos y ofensivos de los grandes bloques que hoy dividen la política mundial. La unificación de Alemania no depende de ninguna formula jurídica aceptable para todos, sino de la solución de fondo: “coexistencia pacífica” o guerra mundial. Por esa razón, el pueblo alemán se siente en el centro crítico del conflicto en potencia.
Articulo publicado en el Diario Democracia
Edición del Martes 10 de Junio de 1952 Pág. 1