LA CRISIS IMPERIALISTA

Se Plantea Ahora en la ONU la Rebelión de las Naciones “Atrasadas”

Por Victor Almagro

EXCLUSIVO

PARIS- (Especial) En crónicas anteriores hemos informados a nuestros lectores de la naturaleza política y económica del problema tunecino y de sus repercusiones internacionales. En realidad, el “problema de Túnez” no es tal problema, excepto para los juristas que encuentran su profesión en desfibrar sutilezas sobre las espaldas de millones de hombres.  Túnez tiene derecho a separarse de Francia y de su rígida dominación colonial.  Sólo la fuerza militar y el bloqueo diplomático han obligado a ese país árabe a permanecer en la llamada “Unión Francesa”, similar a la “Comunidad británica” en algunos aspectos.  Pero a diferencia de los dominios del Imperio inglés, las colonias africanas que subyuga Francia no poseen ningún derecho efectivo en el ejercicio de su soberanía.  La autoridad de Bey de Túnez esta controlada por el residente general, cuyo argumento más persuasivo son las tropas de la Legión Extranjera.

Los crónicos disturbios sangrientos en Túnez, la detención de los principales dirigentes políticos del nacionalismo, incluso de Bourghiba, jefe del Neo-Distour, y de los ministros tunecinos del gabinete Chenik, han probado fehacientemente que Francia no esta dispuesta a abandonar sus prerrogativas de potencia colonial. Para seguir explotando al país árabe, el imperio francés cuenta con dos recursos; la fuerza militar y la charla infinita de las Naciones Unidas.  Uno vale tanto como la otra.  Sin embargo, y pese a la total innocuidad de ese organismo internacional, un nuevo hecho se ha producido en sus debates que reviste una importancia sintomática, aunque simbólica y desprovista de fuerza real.  Ese hecho es el acercamiento de dos bloques de naciones “atrasadas”, según la definición del punto 4 del plan Truman.  Estas naciones pertenecen a África y Asia, y también a América Latina.  Por primera vez en la historia de la ONU, dos bloques con problemas semejantes han ensayado un contacto y un punto de vista común, reducido por ahora a la cuestión de Túnez.

Asia, África, América Latina

A raíz del verdadero golpe de estado operado en Túnez, por el residente general francés, señor de Hauteclauque, que redujo a prisión a los ministros nombrados por el bey por no doblegarse a la política de Francia, distintos países recientemente liberados de la prepotencia imperialista, como la India, formularon enérgicas protestas…sobre el papel, exigiendo que el caso fuera resuelto por la ONU.  Dada la curiosa circunstancia de que las decisiones esenciales de ese organismo no son tomadas sin el asentimiento de los Estados Unidos, socio mayor de Gran Bretaña y de Francia, conducir el asunto al Consejo de Seguridad era disparar balas de fogueo.  En este plano, todo se reduce a descargas morales.

Después de la intervención de la India, los delegados de 12 naciones árabo-asiáticas se reunieron con los representantes de 17 países latinoamericanos con el fin de pedir una sesión especial en la ONU para tratar el problema de Túnez.  El delegado del nacionalismo tunecino, dando pruebas de encomiable prudencia, afirmó que ellos “no piensa romper todos los lazos que unen a Túnez con Francia”.  Se ignora la opinión de los trabajadores tunecinos, que han resultado hasta ahora muy pocos conciliadores.  Pero el ambiente de la ONU educa el carácter.

Los observadores (así designan los corresponsales a sus propias opiniones) creen que este acercamiento de  dos bloques que representan el 30 % de la población mundial puede originar acontecimientos importantes en la política internacional.  Se calcula que los votos reunidos pueden hacer triunfar puntos de vistas comunes en las asambleas de las Naciones Unidas. Aunque es algo aventurado formular estas conjeturas aritméticas.

Artículo publicado en el Diario Democracia

Edición del Domingo 25 de Mayo de 1952  Pág. 1

También te podría gustar...