EL CAPITALISMO ITALIANO

En la Hora de su Crisis Mortal Niega el Derecho al Trabajo

Por Victor Almagro

EXCLUSIVO

PARIS.- Se acaba de abrir la campaña electoral en Italia, para las elecciones municipales del 25 de mayo. En un discurso pronunciado en Nápoles, el primer ministro, señor De Gasperi, ha declarado que el “Pacto Atlántico ha evitado la guerra y salvado la paz, la libertad y la democracia.”

Este juicio del jefe de gobierno es debatido en Italia y en toda Europa, sobre todo teniendo en cuenta que un presupuesto de guerra colosal como el adoptado por los países signatarios, no puede estar destinado a fundar nada estable, y menos la paz.  Con el mismo método podría afirmarse que la GPU (policía política soviética), esta destinada a garantizar el orden y proteger los fueros de la conciencia.  Ninguna de estas afirmaciones tiene nada que ver con la realidad objetiva.  La prueba puede mostrarse con el ejemplo de Francia, de Italia, o de cualquiera de los países del Pacto Atlántico.  Una democracia fundada en la explotación del hombre por el hombre no es una democracia, del mismo modo que el socialismo fundado en el terror político no es socialismo.

La democracia de Francia o de Gran Bretaña reposa en sus imperios coloniales en los cuales no existe ninguna garantía para el ejercicio de las tradicionales libertades democráticas. Pueden indicarse un ramillete de ejemplos: Malasia, Túnez, África del Sur, Egipto o Birmania.  A Italia no le quedan colonias y por consiguiente la ayuda del Plan Marshall, que se eleva hasta la fecha a 1.135 millones de dólares, debe compensar el insuficiente mecanismo económico de esa nación.  Por esa misma razón, Italia misma esta hoy subordinada a la política exterior de Estados Unidos.  Este hecho indiscutible afecta no solo a Italia, que recién comienza a restañar las heridas de la guerra mundial, sino a todas las viejas potencias europeas que dirigieron el mundo antes de la aparición imperial de Estados Unidos.

Natalidad y desocupación

El señor De Gasperi  ha pronunciado en la campaña electoral palabras sensatas: “No imitéis a esos alemanes que, bajo la republica de Weimar, votaron por el mariscal Hindenbung, preparando así la toma del poder por Hitler.  Italia ha conocido bastantes violencias, revoluciones y odios.  Lo que toda la población hoy quiere es el progreso, reformas, paz y seguridad y no guerras civiles o internacionales”.

 Millones de “cafoni”, de aquellos campesinos pobres descriptos por Ignacio Silone en “Fontamara” desean esas “reformas” anunciadas por el primer ministro.  Han esperado demasiado frente a una gastada tierra poseída por caballeros que viven lejos. La ausencia de un verdadero movimiento revolucionario en Italia ha proporcionado un auditorio a los Togliatti, instrumentos de Moscú y viejos charlatanes. Por su parte, el Movimiento Social Italiano, continuador del fascismo mussoliniano, expresa el hastío y la indignación de algunos sectores de la clase media frente la inoperancia de los otros partidos. Su jefe, Augusto de Marsanich, ha dicho que el M.S.I. posee las “fuerzas humanas de la juventud, capaces de descender a la calle para defender  Italia contra el peligro bolchevique”.

Se recuerdan los resultados de otros defensores parecidos, que defendieron sobre todo a la gran industria del Norte.

Mientras los distintos partidos se lanzan a la campaña electoral, buscando votos, la clase trabajadora italiana asiste al espectáculo de cerca de 6 millones de desocupados, incluyendo los jóvenes que buscan trabajo por primera vez y los no inscriptos en los registros gubernamentales.  El capitalismo proclamo una vez  el derecho al trabajo.  En la hora de su crisis mortal niega ese derecho y la sufrida clase obrera italiana proporciona inmensos contingentes al ejercito industrial de reservas, verdadero despilfarro en energía improductiva y drenaje en el capital físico del pueblo italiano.

Articulo publicado en el Diario Democracia

Edición del 23 de Mayo de 1952 Pág. 1

También te podría gustar...