LAS RAICES DE LA COLERA
Todavía Viven Miles de Alemanes Entre las Ruinas de los “Bunkers”
Por Victor Almagro
EXCLUSIVO
PARIS.- Hace unos días se produjo en Alemania la más grande marcha dictada por la desesperación, desde los tiempos de las manifestaciones “de la sal” encabezadas por Gandhi en 1930. A siete años de la conclusión de la guerra mundial, viven en Alemania cerca de dos millones de refugiados – sin residencia fija, sin casa, ni trabajo- El Ministerio de Refugiado se ha visto impotente para resolver hasta hoy ese trágico problema. Si por un lado los gastos del rearme absorben los recursos del Estado, por el otro las necesidades urgentes de este mundo de olvidados no encuentran la solución adecuada. Conducidos, al límite, doscientos mil refugiados, dirigidos por dos jóvenes, han decidido realizar una migración en masa a través de toda Alemania para exigir los derechos de residencia y de trabajo. Lanzados a las carreteras secundarias, pues las principales les están prohibidas por disposiciones expresas de la ley, los manifestantes son un viviente testimonio de la última guerra. Su presencia es más significativa frente a los preparativos generales de un nuevo conflicto.
La última catástrofe no fue un juego para Alemania, Paris puede ofrecer a los turistas sus monumentos góticos intactos y los boulevares de Haussman, así como toda la arquitectura banal del II Imperio. Pero Berlín, Hamburgo, Munich, son un montón de ruinas. El paso de los bombarderos pesados norteamericanos por las ciudades alemanas se advierte claramente por la presencia de amplias franjas de tierra arrasada. La destrucción de centenares de miles viviendas y edificios dejo literalmente en la calle a esos dos millones de almas.
Las tareas de reedificación no han podido hasta nuestros días solucionar de una manera completa el problema. Quinientas mil personas viven aún en las barracas “provisorias”. En la provincia de Schleswing-Holstein. 137.600 refugiados están alojados en “condiciones indignas de un ser humano”, según la oficina estadística de Kiel. En la ciudad de Frankfort, 2.000 personas habitan en los “búnkers” de cemento armados que servían durante la guerra para la protección antiaérea, en cuyas cabinas minúsculas “viven” familias enteras. Su aireación es defectuosa por razones de economía… el diario alemán “Frank-fürter Rundschau” escribe: “Quienquiera que aya podido hablar con estos hombres y mujeres comprenderá fácilmente que están agotados. Siete años sin trabajo, siete años de miseria. Toda una familia comprimida en una sola pieza, con un solo lecho. Los muros, de delgadas hojas de madera, no sólo tienen oídos, sino ojos. Las disputas, las esperanzas frustradas, los ruidos, la desconfianza, han empujado a estos hombres al borde de la desesperación”.
Ahí están las raíces de la cólera; como fondo, esos años negros sin fin y como perspectiva el rearme europeo. Miles de almas, ya espectrales, han desfilado por las calles de Bonn para exponer sin retórica su drama. Flanqueados por la policía, los manifestantes se dirigen en estos momentos hacia toda la Alemania occidental para acampar en aquellas ciudades y pueblos designados por el gobierno, con exclusión de todos los otros. El grueso de las manifestaciones comenzara probablemente en el mes de junio. Los manifestantes han vendidos sus escasos enseres- para “quemar sus puentes”- a fin de lanzarse a esta aventura dictada por la desesperación. En una declaración pública exigen el desglose de mil millones de marcos del presupuesto militar para ser invertidos en la ayuda a los refugiados. Se ve que estas gentes no comprenden de alta política.
Articulo publicado en el diario Democracia
Edición del Domingo 18 de Mayo de 1952 (Pág. 1)