LA DOCTRINA MONROE EXTIENDE SU RADIO
Lisboa Será el Prólogo de Otro Océano de Sangre y de Ruinas
Por Victor Almagro
EXCLUSIVO
PARIS. (Especial).- En vísperas de la inauguración de la Conferencia de Lisboa, Europa se prepara a seguir el curso inexorable marcado por la orientación bélica de Estados Unidos. Dicha Conferencia no se reúne para estudiar y resolver los problemas de sub-consumo europeo en materia alimenticia, sub-consumo que degrada el nivel físico del viejo continente, o para reconstruir las numerosas ciudades desvastadas por la última guerra. Por el contrario y ante el asombro, la indiferencia o angustia de todo el mundo, Lisboa será el teatro de una reunión consagrada a la preparación de un nuevo conflicto mundial. Tal es la síntesis amarga de la nueva Conferencia.
Bajo la presión norteamericana, numerosos países tradicionalmente neutrales se han visto obligados a entrar en los planes de la “defensa”. Bélgica ha hecho saber que esta dispuesta a contribuir al programa de preparación militar, sin que se sepan hasta ahora las particularidades de su ayuda. El pequeño país belga no tiene otro remedio, pues sus ricas colonias africanas no estarán garantizadas sino por medio del poderío militar yanqui, supremo guardián actual de las potencial imperialistas en decadencia. Noruega ha decidido ampliar a 18 meses la duración del servicio militar y proporcionar las instalaciones necesarias para el mejoramiento del sistema defensivo del Atlántico. Todo eso revela que Estados Unidos tendrá bases navales y aéreas en Escandinavia. La doctrina Monroe extiende su radio.
Por su parte, Dinamarca anuncia la implantación del servicio militar de 18 meses y la adopción de nuevas medidas de ayuda financiera y militar. Italia ha hecho saber que revisará sus programas militares de acuerdo con las recomendaciones de los “sabios”, como se designa en los medios del Ejército Europeo a los expertos que trabajan junto a Eisenhower en la elaboración de los planes de defensa. El gobierno del Canadá pedirá a su parlamento la votación de los créditos necesarios para ayudar a Europa.
En lo que concierne a Francia, se sabe que a pesar de la honda crisis que conmueve a este país, el gobierno Faure ha fijado en 1.060.000.000.000 de francos su presupuesto militar para 1952. Frente a estas cifras monstruosas destinadas a gastos improductivos, se conocen otras que engloban los gastos generales de las naciones signatarias del Pacto Atlántico. Si en 1951 las naciones comprometidas contribuyeron en conjunto con 50 o 60 mil millones de dólares, para 1952 estos países aportaran a la maquina bélica una suma que oscila entre 80 o 90 mil millones de dólares.
¿Qué piensa el hombre de la calle de estas cifras y de estas actividades? ¿Quién puede haber olvidado los amargos dibujos de George Grosz o de Kate Kollowitz publicados hace veinte años en “Simplissimus”? Una mesa de la conferencia de “paz”, rodeada de gruesos caballeros de cuyos bolsillos asoman cañones o ametralladoras, mientras los corredores de las fábricas de armamentos musitan en sus oídos tentadoras proposiciones… Estos dibujos ya son muy viejos. La diplomacia norteamericana no necesita de hipocresía para expresar el “destino manifiesto”. Abiertamente y ante los ojos del mundo entero, la Conferencia de Lisboa plantea los problemas del rearme. Sólo hace 7 años que Truman arrojó la bomba atómica sobre Hiroshima. Para Wall Street parece un siglo, para los hombres que trabajan en la paz y mueren en la guerra fue ayer. Si la locura de los presupuestos militares no desemboca en un océano de sangre y de ruina, la Conferencia de Lisboa habría trabajado en vano. No estaría mal.
Artículo publicado en el Diario Democracia
Edición del Domingo 17 de febrero de 1952 (Pág. 1)