El Ejército Argentino y la teoría de Pavlov

En vísperas de la revolución del 28 de junio, el pánico del gobierno de Illía se había contagiado a sus aliados de izquierda -stalinistas e “izquierdistas fubista”- que alertaban sobre la inminencia de un golpe militar, capaz de trastornar la paz de invernader do “gobierno constitucional”. A los indudables peligros de una dictadura militar oligárquica, oponían el feliz remanso de las libertades democráticas concedidas por el gobierno radical fraudulento. Esas libertades eran dignas de disfrutarse para tal género de “izquierdistas”, aunque fuesen a costa de la proscripción del peronismo. Entre los personajillos más típicos, por su verba insustancial y los idiotismos genéricos del fubismo, se encontraba Ismael Viñas, funcionario de la Revolución Libertadora y del gobierno de Frondizi, recientemente convertido a la terminología marxista. En el semanario “Marcha” del Uruguay, este caballero disertaba semanalmente sobre la Argentina, vertiendo al papel todas las impresiones y reacciones psicológicas que, unto a la Sociedad Rural, la Unión Industrial Argentina, los monopolios, etc., se “sentían representados en el gobierno de Onganía”. Con la bufonería del perfecto falsario, el señor Viñas difundió en “Marcha” tal infundio, a pesar de que era notorio el manifiesto publicado días después del 28 de junio por la Izquierda Nacional. Nuestro Director, Jorge Abelardo Ramos, envió un artículo a “Marcha” proponiendo un ensayo de disección del citado Viñas, que la Dirección de ese
semanario publicó, después de cierta espera, pero con posterioridad a la prohibición de
“Marcha” en la Argentina. De este modo, la calumnia fubista pudo difundirse entre nosotros , no así la respuesta de Ramos. Es por esa razón que la damos a conocer textualmente, tal como se publicó en “Marcha” el 19 de agosto (N. de la Red.)

Cuando el pronunciamiento militar tiene lugar en la Argentina, tanto la izquierda cipaya como el nacionalismo fascista obedecen instantáneamente a sus reflejos condicionados. Los trogloditas, herederos de los setembrinos de 1930 y de los junianos de 1943, saludan en el primer general que aparece en la escena pública al salvador de la patria. Se arriman al poder para susurrar al jefe triunfante la fórmula más apta capaz de transformar el país en un monasterio militar -una especie de escorial policíaco. Por su parte, la izquierda cipaya segrega la salivilla del perro pavloviano y no vacila un solo segundo en lapidar al régimen militar por las mismas causas que inducen a los fascistas a idealizarlo.
Como es natural y previsible, la historia resiste con frecuencia a seguir este estereotipo, pero los cuzcos de Pavlov repiten sus reflejos década tras década. El poderoso y muchas veces


Fecha: Octubre de 1966 | Autor: Nota Publicada en Revista Izquierda Nacional N.º 3

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