Marcel CARNÉ
Visto por MAMBRU
De frente y De PERFIL
AQUEL pintor resuelto a…ser[1] porque su pincel veía las cosas que están detrás de las cosas y donde veía al nadador ya sospechaba al ahogado, aquellos amantes decididos a morir porque se amaban demasiado y no podían soportar la vulgaridad de la vida cotidiana que les iría tarde o temprano a agotar el amor, aquel amanecer crepuscular “Amanece” todas esas pobres criaturas ingeniosas y siniestras, poéticas y letales, tiernas y escépticas del “Muelle de las Brumas”, de “Hotel du Nord” o de “Amanece”, salieron de la mano de Marcel Carné. Su contribución hizo del cine francés de la preguerra algo semejante al arte. Un arte melancólico y –si los intelectuales nos lo permiten- un arte decadente. Todas las tendencias de ese anarquismo literario y pesimista del cine francés en las horas previas de a la segunda catástrofe, encontraron su máxima expresión en Marcel Carné. La ocupación nazi en Francia dejaba abierto solamente dos caminos: el “maquis” o la fantasía. Marcel Carné, como artista, optó por este último camino y de su talento versátil nacieron “Los visitantes de la noche”. Es en esta obra, donde la lucidez francesa pone orden a la arbitrariedad poética, que Marcel Carné demuestra las infinitas posibilidades del cine como arte. Debemos suponer que si todos los suicidas de los films anteriores de Marcel Carné vivieran una vida celeste, atemporal, diáfana y perfecta, vivirían como seres mágicos de los “Visitantes de la noche”. Agreguemos que la técnica de operar en el film la detención del tiempo no podía ser (objetivamente) más agradable al paladar de la Kommandantur alemana. No debe inferirse en modo alguno que Marcel Carné haya sido colaboracionista, sino que la sola presencia de las tropas alemanas lo empujaba a una evasión muy legítima. Digamos finalmente que “Les Enfants du Paradis” agregaron, particularmente por la mímica de Jean Luis Barraut, un capitulo inesperado a la historia estética de Carné. Este cine de Gran Guignol, donde los rostros enharinados se mezclan con un amor perverso y con degüellos artísticos, está muy dentro de la tradición francesa donde todos los desórdenes, individuales y sociales transcurren con un toque de elegancia.
Artículo publicado en el diario El Laborista
Edición del 2 de Diciembre de 1953 (Pág. 6/7 central)
[1] No sé lo que dice porque falta un trozo de papel del diario.