Karl DOENITZ
Visto por MAMBRU
De frente y De PERFIL
INDAGO la gran pesquisa del mar en el U-68. Era un joven rubio con la cabeza repleta de matemáticas y disciplina. La gran guerra (aquella que se hizo en 1914 “para acabar con todas las guerras”) lo encontró en el navío “Breslau” como comandante. La guerra submarina desatada por los alemanes, había fracasado para ingresar a las novelas de aventuras Doenitz fue prisionero de Gran Bretaña. La insurrección de Kiel, las comunas soviéticas bávaras, las arengas inflamadas del poeta Ernst Toller, los vagones de marcos depreciados, la gran tristeza del ejercito Junker decapitado, los desordenes de la soldadesca, todo fue salvado por la social-democracia en su heroico afán de orden. Doenitz fue uno de los escasos oficiales que permaneció en servicio después de la derrota. En 1928, era capitán de corbeta. No se enteró del ascenso de Hitler. Era un hombre consagrado al oficio. En 1935 era capitán de fragata y estudiaba meticulosamente los adelantos técnicos del arte naval; se preocupaba poco de sus consecuencias políticas. Pero las guerras son fecundas en ascensos. En 1939 era contralmirante, en 1940 vicealmirante, en 1942 almirante, en 1943 gran almirante. El mismo año era comandante en jefe de la marina alemana. Las águilas de la gran Alemania se alzaban sobre el mundo. Europa era su territorio. El sueño wagneriano de aquel “epiléptico germano con una maquina de calcular en el cráneo y un poder ilimitado en las manos”, se desplomo en el vacío. Cuando la hora del supremo caudillo hubo sonado, el heredero político para firmar una paz en el honor, fue Doenitz. Arrestado por los aliados, juzgado como criminal de guerra, fue sentenciado a diez años de prisión en Nuremberg. En Estados Unidos y en Gran Bretaña los nuevos vientos políticos ya escriben su epopeya. ¿Volverá al mar?
Por de pronto, se avecina el cumplimiento de la condena y no caben dudas de que las noches en la celda de Doenitz deben haber desarrollado el plateo táctico y teórico de la guerra en el mar, como cuadra a un hombre inspirado en el encuadre rígido de una disciplina secular.
Artículo publicado en el diario El Laborista
Edición del 26 de Junio de 1953 (Pág. 7)