Robert GRIMM
Visto por MAMBRU
De frente y De PERFIL
SU ciencia máxima fue diluir en una limonada el alcohol de Lenin. No anunciaremos nada extraordinario si decimos que Robert Grimm es un socialista suizo. Nació en 1881, Suiza era “La Montaña Mágica” y la temporada de descanso de los espías internacionales, el gran clearing de la Europa clandestina, el asilo de los revolucionarios y la nación neutralista que hacia negocio con todos los bandos. A través del socialismo suizo, que incidentalmente representaba al proletariado de ese país, la socialdemocracia internacional mantenía en los caos de guerra excelentes contactos con las potencias beligerantes. En ese plano los emigrados rusos eran los únicos intratables. Y por consiguiente los mas sospechosos ante los ojos de la sólida burocracia socialdemócrata internacional que Robert Grimm representaba. Era una tarea agradable predicar la revolución en otros países bajo la cúpula celeste de una naturaleza privilegiada y con un buen standard de vida. Grimm tuvo ciertas dificultades con la burocracia de su partido en su calidad de dirigente del ala izquierda de la socialdemocracia suiza durante la primera guerra mundial. Participante de la conferencia internacional de Zimmerwald que declaro su oposición a la guerra imperialista (ante el escándalo de todas las socialdemocracias que apoyaban a sus gobiernos respectivos). Su conducta vacilante le atrajo la desconfianza de algunos revolucionarios irreductibles que no podían concebir los escrúpulos de conciencia de Grimm ante su propia burguesía. Pero estos devaneos de “izquierda” pasaron pronto. En 1919 Grimm dirigía la prensa del partido socialista, era director de Trabajos Industriales en la Municipalidad de Berna, posteriormente miembro del Bureau Internacional de la Socialdemocracia y finalmente presidente del Partido Socialista de Suiza. Conserva de un ruso emigrado llamado Lenin, un recuerdo borroso y molesto.
Artículo publicado en el diario El Laborista
Edición del 19 de Junio de 1953 (Pág. 7)