Will HAYS
Visto por MAMBRU
De frente y De PERFIL
EN su alma sensible de banquero se esconde el rostro de un enérgico puritano. Su primera pasión fue la ley, después se dedico a administrar los Correos de los Estados Unidos. A los 42 años, en fin, descubrió el cine, su encanto maligno, su fascinante secreto y, sobre todo, su rentabilidad. Al mismo tiempo fundaba la conocida firma Hays y Hays, abogados. Griffith se ponía su visera de celuloide y maldecía los días nublados. Gloria Swanson imitaba a Carlitos Chaplin en películas de serie. Douglas Fairbanks, padre, esgrimía su espada mortífera, Harri Piel colgaba desde su dedo meñique en la cornisa de un rascacielo. Will Hays cobraba la entrada. Presidente de la Motion Pictures Produced and Distribuidors of América en 1922, discernió en el acto que el cine era un negocio. Soñó con la poesía de los grandes dividendos, creo redes de salas y circuitos intocables, pero no pasara a la posteridad por los grandes impuestos que rindió al fisco norteamericano, sino por la moralidad militante del aséptico comité que lleva su nombre. La enormidad de su pudor vigilo incesantemente desde hace treinta años los besos sin horarios de Rodolfo Valentino, el centimetraje de los short de Lana Turner y el vago erotismo de la chafalonía histórica de Cecil B. de Mille. Este banquero ascético protegió la tranquilidad de las madres de Estados Unidos y fue la cobertura moral de la nación. Gracias a él y a su comité el cine norteamericano no cayó en la abyeccion del cine francés que muestra la vida tal cual es.
Artículo publicado en el diario El Laborista
Edición del 18 de Junio de 1953 (Pág. 7)