Princesa Marta BIBESCO
De frente y De PERFIL
Visto por MAMBRU
LA tempestad rumana la llevo en sus ondas hasta las playas francesas. La princesa ya conocía la dulce país de Racine. Como toda la aristocracia rumana la princesa hablaba francés desde su más tierna infancia. Puede decirse que fue su idioma materno. En los diccionarios biográficos figura como escritora francesa. Conoce Francia muy bien. Dispersa su tiempo entre Paris y la Costa Azul. Como tantos príncipes de la sangre, a su Alteza le seducen las letras, pero esta relación accidental no ha tenido hijos celebres. Desde que las convulsiones políticas de su país le arrebataron su lujosa residencia de Mugosoea, la princesa se ha resignado a un pequeño “chateau” de Cannes. Allí escribe novelas, diseña argumentos para cines, escribe obras de teatro. No lo hace para ganar su vida. La perdida de sus prerrogativas nobiliarias no la ha empujado a tan baja condición. Escribe para su placer. Este viejo hábito lo arrastra desde aquellas épocas felices en que escribía para “Le Temps” o para la “Revue de Doux Mondes” y también para “L´Ilustration”. La alta sociedad francesa se complacía en leer crónicas sociales dignificadas por una firma ducal. De una versatilidad infinita, sus temas lo abarcan todo: desde biografías de los príncipes rusos hasta recopilaciones de cartas inglesas, desde impresiones sobre Egipto hasta evocaciones melosas de Proust. La Academia Francesa tuvo a bien en 1909 otorgarle su premio. Los académicos, un poco seniles, creen que una princesa decora.
Artículo publicado en el Diario El Laborista
Edición del 8 de abril de 1953 (Pág. 07)