ENTRE LA ESPADA Y LA PARED
Europa, en la Hora de su Crisis, Quiere Seguir Explotando sus Colonias
Por Victor Almagro
EXCLUSIVO
PARIS.- Los británicos pierden lenta pero inexorablemente, su poder mundial. Les queda la sabiduría. Es un valor importante, pero ni es un valor decisivo. Los lectores de la prensa internacional leen al vuelo las reseñas de las sesiones del Consejo de Europa, cuya sede está en Estrasburgo. Esta ciudad es conocida, por su hermosa catedral. Pero los delegados europeos no han visitado Estrasburgo por razones artísticas. En virtud de que Estados Unidos solicitó la unión de Europa para desarrollar mejor su plan guerrero, los europeos crearon este Consejo que, bajo la influencia británica, causará algunos dolores de cabeza a los norteamericanos, El Consejo de Europa, dicho en pocas palabras, intenta crear una “tercera zona” económica entre el bloque soviético y los Estados Unidos. A medida que corre el tiempo el trabajo sutil de la diplomacia británica da sus frutos. La prensa inglesa repite con “insistencia”: “Comercio en lugar de asistencia”.
Ya se sabe que Estados Unidos estrangula el comercio mundial y sobre todo las relaciones comerciales con la Cortina de Hierro y Asia, para reemplazarlos con envíos de armas. Inglaterra sabe perfectamente que una crisis económica mundial, inevitable si la guerra fría se prolonga, sería mortal para su existencia. Concibiendo el plan de Estrasburgo, los británicos intentan “neutralizar” y suavizar el conflicto URSS-Estados Unidos, mediante un bloque intermedio europeo capaz de comerciar con los colosos y servir de amortiguador político. Es evidente que un plan de esta naturaleza no entra en los cálculos de los dirigentes norteamericanos. Sin embargo, y hasta ahora, Estrasburgo sigue formulando “recomendaciones”. Cualquiera que sea su alcance, no son poco significativas para ilustrar el estado de espíritu y las necesidades reales de la burguesía europea tradicional.
Los países europeos, de acuerdo al plan Estrasburgo, deberían comprar menos en Estados Unidos y vender más, para equilibrar sus balanzas de pago. Pero se da el caso de que hay muchos productos y materias primas que no pueden adquirirse hoy sino en Estados Unidos, que concentra en “pools” gigantescos infinidad de materiales críticos. En cuanto a las exportaciones europeas, Estados Unidos les opone una barrera aduanera insoslayable. Por esas razones, el Plan proyecta unir a las naciones europeas occidentales, con todos sus recursos humanos y económicos, con el fin de crear un “status” que les permita explotar elegantemente y en amable fraternidad, los territorios coloniales que subyugan: desde Malasia hasta Indochina, desde Marruecos hasta el Congo belga. Los británicos aspiran a crear un Banco europeo para “desarrollar” los territorios de ultramar, vale decir, las coloniales. Mediante nuevas inversiones de capital, importantes sectores coloniales no explotados hasta hoy se pondrían en movimiento para inyectar sangre nueva a las metrópolis agotadas. De este modo Europa podría evolucionar sin los productos ni los capitales norteamericanos; aumentar sus reservas de dólares, mantener su nivel de vida, el orgullo imperial y cierta independencia de Estados Unidos. Este plan filantrópico brilla sobre el papel. Existen algunos inconvenientes, suspiran los franceses. En primer lugar, el mundo colonial ha despertado y busca emanciparse. Motines, guerras, civiles, huelgas generales o combinaciones de todo lo dicho expresan la situación general de las colonias en el momento presente. Además las naciones europeas, cuya decadencia encuentra en sus fronteras nacionales uno de sus resortes, están separadas por intereses contradictorios difíciles de superar en el marco de la economía actual. La urgencia histórica de una unificación de Europa choca con este tipo de unificaciones capitalistas que sólo, agotan bobinas de papel. Los británicos desean, en el fondo, incorporar Europa a su Commonwealth. ¿No es un poco tarde?
Artículo publicado en el diario Democracia
Edición del Jueves 23 de Octubre de 1952 Pág. 1
