A RIO REVUELTO…
EE.UU. Espera la Independencia de Túnez para Brindarle “Protección”
Por Victor Almagro
EXCLUSIVO
PARIS. — De la Liga de las Naciones —organismo del cual se retiró la Argentina en el momento de fundarse— a la creación y funcionamiento de la ONU ha transcurrido una guerra mundial y una posguerra tan azarosa como aquélla. La organización de Ginebra estuvo al servicio virtual de Gran Bretaña e indicó el predominio británico sobre Europa y el mundo colonial. La ONU señala el ascenso norteamericano a la cima del poder mundial. Sin embargo, existen importantes diferencias entre las dos entidades internacionales. Durante el periodo de actividad de la Liga de las Naciones, los países coloniales y semi-coloniales estaban constreñidos a la política dictada desde las grandes metrópolis.
Ginebra descolló durante el retroceso mundial del movimiento obrero y el aplastamiento de los países coloniales. La breve historia de la ONU se desarrolla, en cambio, en medio dé vigorosos movimientos nacionales y sociales que abarcan el planeta entero y que hacen vacilar las bases mismas de1 imperialismo. América latina, Asia, África y Medio Oriente pesan ya en el destino del mundo. La era del capital financiero concluye, pero su agonía se prolonga por la decisión imperialista de supervivir. El caso de Francia es típico. Desde el siglo XIX era una potencia de segundo orden: Gran Bretaña llevaba la batuta y dividía con los señores de París el mundo colonial. La decadencia económica del imperio francés parece alcanzar su punto más agudo en nuestros días, cuando un socio más temible que las Islas Británicas surge del otro lado del Atlántico. A sus vicisitudes corrientes Francia debe agregar las contradicciones que la separan de Estados Unidos y la rebelión larval de sus colonias. La situación de Túnez —detenciones de dirigentes obreros y nacionalistas, conflictos con el Bey, estado de sitio— ha obligado a las naciones árabes a plantear el problema en la tribuna de la ONU.
El señor Schuman, ministro de asuntos exteriores de Francia, aunque reconoce que es difícil oponerse a la inscripción en la orden del día del problema tunecino, ha declarado rotundamente que el gobierno francés no reconoce a la ONU, ningún derecho para intervenir prácticamente en Túnez. Dicho en otras palabras y cualesquiera sean el tono y la magnitud de los próximos debates en Nueva York por parte de1 organismo internacional. Francia declara por anticipado que todo será jarabe de pico. La nación que proclamó en el papel 1os Derechos del Hombre distingue dos Clases entre los hombres: los ciudadanos franceses (de cuya igualdad dudan muchas personas en Francia) y los ciudadanos de Túnez. Esta confusión no es terminológica sino que establece claramente las prerrogativas que un país imperialista posee acerca de sus colonias. El Papel de la ONU, bajo la orientación norteamericana, se revela un tanto ineficaz, pues si bien es cierto que los estados árabes podrán hablar y ser traducidos simultáneamente en numerosos idiomas, las decisiones carecerán de toda influencia en e1 futuro inmediato de Túnez. A lo sumo, los debates acarrearán, corno dicen los periodistas de París, una “pérdida de prestigió” para Francia. Dicho prestigio se cultiva en ciertos círculos selectos, pero no está muy extendido ni en Marruecos ni en Algeria, Indochina o Túnez. Los aprovechados socios norteamericanos aprovecharán para profundizar su intervención económica y política en los antiguos dominios franceses, esperando que una libertad política de estas colonias les permita sentar su planta imperial en sustitución Francia. La negativa francesa a aceptar toda decisión material de la ONU, arroja una luz sugestiva sobre la utilidad de la organización internacional para los países débiles.
Artículo publicado en el Diario Democracia
Edición del Lunes 13 de Octubre de 1952 (pág. 1)