ANALFABETISMO Y HAMBRE

Engendró el Azúcar de Jamaica la Vida Amarga de los Isleños

Por Victor Almagro

EXCLUSIVO

PARIS-      El  “Daily Express” órgano conservador de Londres, ha desnudado incidentalmente el drama que vive la Isla de Jamaica hace  solamente 300 años.   El último tifón que se precipitó sobre la isla hace unos meses mató 150 personas, devasto las plantaciones de bananas y ocasionó pérdidas materiales por valor de cincuenta millons[1] de dólares. A juicio del periódico conservador, estas desgracias no tienen importancia frente a la catástrofe  permanente que supone para Jamaica la dominación británica. En pleno Caribe, Jamaica posee el alto privilegio de ser el territorio más próximo a Estados Unidos, junto con el Canadá y México. Pero si la mano norteamericana no ha podido llegar hasta la isla, Gran Bretaña tiene los brazos largos. La mayor parte de los propietarios de las tierras fértiles, consagradas a la producción de banana, algodón, coco y azúcar, son amos invisibles: residen  en Gran Bretaña. Es cierto que anualmente viajan en avión hacia Jamaica para recorrer en auto las posesiones y bañarse en el paisaje feérico del trópico.

 En Montego Bay, el turista rico gasta en una semana el dinero  que el ciudadano medio de Jamaica gana en un año: las aguas del mar Cribe son tibias y claras como el cristal. La sangre y la angustia de los cañaverales no llegan hasta la costa. Detrás de las playas se levantan las colinas brumosas de la parroquia, de Saint-James, donde 50 niños murieron el último invierno por falta de nutrición.

El dirigente del Partido Nacional del Pueblo, Washington Manley, ha declarado que un tercio de la población de Kingston —capital de Jamaica— y un tercio de los escolares de toda la isla sufren hambre. Alexandre Bustamante, dirigente del Partido Laborista, afirmó a fines del año pasado que era hipócrita desear a nadie un “Feliz Año Nuevo”. “Multitud de personas no tienen qué comer y otras no saben dónde dormir”, Hasta el incomparable ciudadano británico R.L.M. Kirkwood, presidente de la Asociación de Fabricantes de Azúcar, preguntó al Consejo Legislativo de la isla si no era “verdaderamente escandaloso”  que no hubiera cifras oficiales sobre la desocupación.  El secretario colonial respondió: “Yo no pienso que sea deseable tener más informaciones sobre el nivel de la desocupación”.

La mitad de los niños en edad escolar concurren a las escuelas y la mayor parte abandonan las aulas antes del cuarto grado. El analfabetismo refleja los índices del hambre. El único cotidiano de Jamaica, sobre una población  de 1.400.000 habitantes, imprime 50.000 ejemplares. El alojamiento de la mayor parte la población consiste en cabañas de una sola habitación.  Para el turista resultan muy pintorescas.  En Jamaica hay un médico por cada 10.000 personas.  La mortalidad por la tuberculosis es cinco veces más elevada que en los Estados Unidos.  Un periódico político, refiriéndose al carácter monocultor de la isla impuesto por el imprerialismo[2], escribe: “Una economía que se apoya sobre un cultivo único, significa desgracia y pobreza para la mayoría, riqueza y buena situación para unos pocos”.

El azúcar es el principal producto desarrollado por los ingleses en Jamaica. Es el cáncer de la isla, Jamaica ni siquiera tiene el derecho de refinarlo, es decir, de intervenir en su industrialización y, en consecuencia, de obtener para los obreros de las islas mejores salarios.  El precio para el Ministerio de Abastecimiento de Gran Bretaña- único comprador- es inferior a los precios del mercado mundial.  En Jamaica la explotación colonial tiene todos los horrores de la expoliación  del siglo XVIII, más los sistemas de represión del siglo XX. La industria de la isla es casi inexistente: los impuestos que los industriales deben pagar por las materias primas son mayores que las gabelas impuestas a los artículos manufacturados, importados de Inglaterra.  No obstante todo lo dicho, los habitantes de Jamaica se resisten a creer en las delicias de la democracia inglesa.

Artículo publicado en el Diario Democracia

Edición del Lunes, 6 de Octubre de 1952 (pág. 1)


[1]  Error de edición

[2]  Error de edición

También te podría gustar...