LA HIPOTECA DEL VIEJO CONTINENTE
Interesa a Wall Street Mantener el Mayor Ejercito que Soporte Europa
Por Victor Almagro
EXCLUSIVO
PARIS.- Estados Unidos no ha reparado en limites en su “ayuda” A Europa. Hoy todos los aspectos de la vida militar y económica de este continente están irreductiblemente enlazados con el gran protector. Cada problema político o social de Europa repercute automáticamente en los planes norteamericanos de defensa. La política interior de las naciones europeas cada DIA pierde mayor autonomía por los intricados lazos de la utópica federación y la eminencia gris de Estados Unidos. Pero si el Plan Marshall y sus secuelas hipotecaron el viejo continente, la Organización del Pacto Atlántico parece destinada a rematar la operación.
Las naciones europeas son jurídicamente soberanas, pero la defensa de esta soberanía frente al hipotético ataque ruso les ha anticipado otra manera de derrota. Si Europa tiene conciencia de su debilidad y de su inevitable destino, no es menos cierto que trata de demorarlo.
La discusión de Bruselas por la reducción de la duración del servicio militar fue analizadas en todas las capitales de Europa y criticada duramente por Estados Unidos. Las naciones que impelen a las viejas naciones guerreras a rechazar los dos años propuestos por Estados Unidos no están supeditadas a sentimientos pacificotas o a un supuesto ahorro de sangre de sus hijos.
Mantener un ejército permanente de esta envergadura, dadas las exigencias de la moderna técnica de guerra, implica presupuestos militares que desbordan las posibilidades reales y teóricas de esos países.
Axial lo ha reconocido, varias veces, incluso la prensa norteamericana, cuando estudio las posibilidades del ejercito europeo. Pero ahora frente a la realidad, de los efectivos en pie, toda la prensa de Estados Unidos ha declarado públicamente su descontento. La cadena de Hearst, la de Scripps Howard, Wall Street, todos han criticado duramente lo que se considera una disminución, de los esfuerzos de la defensa continental. Esta limitación del tiempo del servicio militar dificultaría los planes del ejército europeo y la defensa atlántica.
El “Wall Street Journal” dice: “Como una novia que se resiste al matrimonio, Europa Occidental se fastidia ahora cuando se trata de hacer las labores domesticas. Que su propia defensa, este en juego no cambia las circunstancias”, y agrega: “Que Europa deje de gemir y se ponga a la tarea” El “Washington Post” no se muestra mucho mas suave: “La desgracia quiere que el propio principio de la defensa colectiva parezca haber entrañado un debilitamiento prematuro de los esfuerzos y dado un falso sentimiento de seguridad, mientras el lobo esta a la puerta, hambriento como de costumbre”.
Las criticas severas llegan hasta a atribuir a Francia, la responsabilidad de la iniciativo, ya que se negó en primer termino en adoptar los dos años del servicio militar, sirviendo de estimulo para la resolución belga y arriesgando contagiar con su ejemplo a Inglaterra. El “New York Herald Tribune” recuerda que Eisenhower había preconizado el servicio de dos años, “pero se debe esperar en el interés de los jóvenes belgas, holandeses y franceses que vestirán el uniforme, lo mismo que en el de la O.T.A.N., que el ejercito europeo como criterio la duración el de la eficacia militar con preferencia al mas pequeño común denominador”.
A través de todas las andanadas periodísticas, se descubre el unánime interés del gobierno y los grupos de Wall Street en mantener el mayor ejercito permanente que pueda soportar Europa. Pero Europa esta dispuesta a mantener sus límites mientras Estados Unidos no cambie su programa de ayuda. Instalación de industrias de armamentos, liberación de las aduanas norteamericanas, libre cambio al viejo estilo contra las “ayudas” que solo traban las economías nacionales. La propuesta ha sido echa infinidad de veces. Tal vez estos argumentos sean más convincentes para los yanquis. Pero no olvidemos que el estallido de la gran catástrofe se va postergando y los “stock” de Estados Unidos, hay que liquidarlos de alguna manera.
Artículo publicado en el Diario Democracia
Edición del Jueves, 2 de Octubre de 1952 (pág. 1)