PROPAGANDA MOLESTA

En el Papel se Libran los Encuentros Iníciales de la Tercera Guerra

Por Victor Almagro

EXCLUSIVO

PARIS.-  En los días idílicos de 1944, Molotov  y Harriman firmaron un acuerdo por el cual la embajada norteamericana en Moscú distribuiría mensualmente la revista “Amerika”. La tirada se fijaba en 10.000 ejemplares. De acuerdo al espíritu reinante en esa época, – tan rooseveltiano,  tan litvinesco-  el convenio permitiría intercambiar entre los dos pueb1os los ideales vagamente democráticos postulados por sus gobiernos en un momento de pánico. El miedo estrechaba los corazones, pero ay, no todo era puro en ellos. La burocracia soviética se arrullaba en la idea de que el imperialismo se había transformado en Franklin Roosevelt en una manada de ovejas y Wall Street en una liga filantrópica. El gobierno de Washington proclama en homilías semanales que Hitler era un nuevo Satán, aunque arrojaba de paso ávidas miradas,  hacia el territorio  soviético. Pero en fin la alianza funcionaba y la revista “Amerika” entre distintos grupos de funcionarios los últimos modelos de automóviles norteamericanos, las figuras estilizadas de sonrientes estrellas y algunos chistes del Reader´s.  Allí figuraba la civilización americana en pleno. La tarea de distribuir esta publicación en la Unión Soviética corría a cargo de las oficinas del Estado, por cuyo motivo nunca se pudo controlar exactamente la eficacia de la revista

En  los meses de amistad más intensa “Amerika” elevó su tirada A 50.000 ejemplares. Las pruebas de la revistas eran sometidas ante de su impresión a la censura y vigilancia de las autoridades soviéticas. Desde 1947 sin embargo, poco después del comienzo de la guerra fría, la prensa soviética acusaba a la revista “Amerika” de “vulgaridad, falsedad y perversidad”.

Baja el nivel de ventas

Ese cambio de frente era previsible. Al día siguiente de la ocupación de Berlín el problema número  uno del imperialismo norteamericano se situaba dentro de las fronteras soviéticas. Si en homenaje a la alianza de “los pueblos amantes de la paz” Stalin había ordenado la disolución del Partido comunista de Estados Unido por mando de  Browder, la crisis naciente originó la reconstitución de dicho partido y la renovada búsqueda de la clientela obrera. La revista “Amerika” empezaba a ser el pálido símbolo de un amor muerto,  la tirada bajaba sin cesar. Sus  últimos números apenas llegaban a trece mil ejemplares. Además se alimentaba la curiosa sospecha de que el organismo oficial soviético encargado de su distribución no cumplía a conciencia dicho trabajo, vale decir, que la revista debía yacer en algún profundo sótano. A las demandas de Washington, Moscú respondía evasivamente. Costaba demasiado el hermoso papel ilustración para permitir el despilfarro. El gobierno norteamericano decidió suprimir la revista, que llevaba aparentemente a las masas soviéticas los panoramas de la civilización industrial y de la libre empresa.  En una nota, a la embajada soviética en Washington, se solicita al gobierno de Moscú la  supresión del boletín semanal que dicha representación  diplomática edita en la capital norteamericana, lo mismo que otras publicaciones en inglés. En el plano de la propaganda, es evidente, todas las ventajas están de parte de la oligarquía soviética.

La eliminación de los boletines de embajada  no reviste, por cierto la menor importancia. Su fuerza radica enteramente en la influencia que puedan lograr los comunistas en Estados Unidos, si es que la clase obrera yanqui olvida sus traiciones repetidas. Incidente mínimo en sí mismo, el hecho que comentamos sólo revela el proceso de agudización en las relaciones yanqui-soviéticas. Estas guerras de papel presagian otras.

Artículo publicado en el diario Democracia

Edición del Martes 2  de Septiembre de 1952 Pág. 1

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