UN INFORME ALARMANTE
Corea Cuesta Más a los Estados Unidos que la Guerra de Secesión
Por Victor Almagro
EXCLUSIVO
PARIS.- La historia norteamericana ha producido un carácter nacional profundamente empírico. En las locuciones populares se intercalan frases como estas: “Esa muchacha es más bonita que un millón de dólares”. Otra más deprimente: “¡Le apuesto un negro que tengo razón!”. Un hombre vale tanto como el dinero que tiene en el banco. No resulta extraño que la fórmula de William James, de que “un juicio es verdadero cuando su aceptación trae resultados satisfactorios”, es decir, que la verdad es el éxito, se haya convertido en el núcleo de la filosofía oficial. Esto se enseña en las universidades, esas mismas instituciones cuyos consejos de administración controlan los directores de los “trusts” y cuyo héroe escolar no es el alumno más estudioso, sino el mejor deportista. Con semejante espíritu, que el apogeo económico de los últimos veinte años ha reforzado, es evidente que la ciencia estadística ha encontrado un buen terreno para desarrollarse. Una guerra no se analiza según sus pérdidas de sangre, de devastación o de lágrimas, sino de acuerdo a su costo. Esa impasibilidad frente a un acontecimiento tan catastrófico no sólo sirve para ilustrar los modos del pensamiento norteamericano, sino la peligrosidad que el imperialismo yanqui ha alcanzado para el mundo, fundado en su evolución financiera y en el conformismo de amplias capas de la población. Sólo la guerra, con todos sus horrores, puede destruir ese conformismo. Desgraciadamente, una guerra constituye en la hora actual en un “test” demasiado oneroso.
Un congreso hace números
En Nueva York existe una asociación llamada “American Assambly”, compuesta de hombres de negocios, burócratas sindicales y grandes agricultores. Es una de las tantas entidades que en Estados Unidos se ocupa de husmear los problemas públicos, mantener oficinas y publicar boletines meticulosamente archivados. No obstante, en el último congreso recientemente verificado, la “American Assambly” ha presentado un informe cuya conclusión esencial es que “el mundo occidental ha entrado en la edad de la inflación”. Apoyando esa conclusión, la asamblea presentó un cuadro gráfico con las alzas de precios de productos de todo orden engendradas por las diferentes guerras en las que participó Estados Unidos. El fenómeno es simple de explicar. La formidable masa de productos bélicos no está dirigida a satisfacer una necesidad humana, sino, por el contrario, a destruir vidas y bienes. Esto origina al concluir cualquier conflicto una insuficiente producción e bienes de consumo, agravada por la destrucción de máquinas, la desorganización de la industria y la inflación monetaria. Los sufrimientos de la población no entran en los cálculos de los señores que hace de la guerra un negocio.
El senador Mac Mahon acaba de presentar al Senado un informe en los que detalla los costos de las guerras norteamericanas. La Guerra de Secesión costó 15.000 millones de dólares a Estados Unidos. La primera guerra mundial insumió al pueblo norteamericano 100 mil millones de dólares. La segunda guerra 1,400 mil millones. La invasión de Corea cuesta hasta hoy 40 mil millones de dólares. Pero la Guerra de Secesión estableció la emancipación jurídica de los negros y unificó la nación. La primera guerra mundial, por su parte, salvó los créditos de la casa Morgan y convirtió a Estados Unidos en país imperialista acreedor. La segunda conflagración consumó el rol mundial de Wall Street.
La guerra coreana inició su expansión estratégica y el avasallamiento declarado de las soberanías nacionales. Mientras Lincoln movilizaba a los negros con métodos revolucionarios para luchar por una gran causa, Truman envía a los negros norteamericanos en Corea para servir de carne de cañón en las operaciones de retirada. Idéntica función cumplen los portorriqueños. Estos son los “costos” reales. Los estadígrafos no los incluyen.
Artículo publicado en el Diario Democracia
Edición del Viernes 13 de Junio de 1952 Pág. 1