100.000 DESOCUPADOS EN GRAN BRETAÑA

Londres Asiste a la Irresistible Volatilización de sus Mercados

Por Victor Almagro

EXCLUSIVO

        PARIS.- (Especial).- Manchester fue teatro de muchas crisis en el último siglo.  Pero una enfermedad de juventud no puede ser confundida con la postración de la senilidad.  Hace cien años los vaticinios  de una quiebra general del capitalismo parecieron esfumarse ante el apogeo del desarrollo industrial. Manchester es, en nuestros días, la confirmación de que el mundo colonial ha cerrado sus puertas a la explotación económica del imperialismo, por lo menos en su fase preliminar.  Gran Bretaña construyó su formidable industria textil no sólo con el algodón sudanés y egipcio, sino con la liquidación del sistema artesanal de producción que poseía la India antes de la conquista  británica.  La retrogradar a millones de artesanos hindúes ocupados en sus telares, manufacturas de vidrio, de porcelana o de papel, a la condición de parias agrarios, el imperio inglés erigió una poderosa industria liviana y pesada, que suministró todos los productos necesarios a los países coloniales y semicoloniales de hace un tiempo, desde la India hasta Argentina, ahora libre, justa y soberana.

            El film se proyecta hoy a la inversa.  En estos momentos, la antigua metrópoli textil, la fabrica del mundo, la orgullosa Manchester, se enfrenta a una profunda crisis.  No se trata de una erupción juvenil, son los síntomas de una vejez irrevocable.

            100.000 desocupados en Manchester

            Los factores concurrentes de esta crisis son múltiples, los unos ayudan a los otros, pero una infección generalizada, es difícil de neutralizar, pues todo el organismo peligra. Por un lado situemos al Japón, el viejo competidor de la industria británica.  La nidustria[1] japonesa, recién erguida de la ruina bélica, hace retroceder a Gran Bretaña en los mercados africanos, lo mismo que en Pakistán. Sus productos son buenos, sus costos de producción bajos.  En el caso de la Argentina, encontramos otro ejemplo: Gran Bretaña exportaba  a nuestro país en 1938  cerca de 98 millones de metros cuadrados de telas de lana, en 1951 sólo exportaba un millón.  Lo mismo ocurre con la India y con  otros países de América Latina.

            El productor británico asiste estupefacto a una irresistible volatilización de los mercados: los consumidores se transforman en productores, pero si la producción industrial mundial ha salido de la última guerra acrecida, los mercados compradores tradicionales ya no existen.  Desde el punto de vista económico y político clásico, el problema es insoluble.  Pero hay otros puntos de vista.

            En lo que concierne a Manchester, la situación es crítica.  Si se pasa por alto el “boom” producido por el estallido del conflicto coreano, en cuyos días iniciales el público inglés se lanzó a comprar numerosos productos en previsión de una  conversión industrial hacia la guerra y futuros altos precios, en los días que corren, los productos textiles bajan continuamente, los “stocks” británicos llegan a su mas alto punto de saturación, y los dirigentes de la industria textil, no encuentran ninguna solución aceptable.  En el Parlamento británico se han escuchado opiniones singulares. Portavoces de la industria textil han propuesto suprimir el impuesto a las compras: “Si no podemos vender a Pakistán- dijeron- vendamos al menos a los ingleses”.  Pero el diablo (o el irracional mecanismo económico) ha mezclado los papeles.  Gran Bretaña no está en condiciones de suprimir ese impuesto, de acuerdo con la opinión del ministro del Tesoro, pues representa más de 100 millones de libras esterlinas anuales de ingresos.  Es un círculo de hierro.  En política y economía, el hierro es un material poco flexible.

Artículo publicado en el diario Democracia

Edición del Martes 13 de Mayo de 1952 (Pág. 1)


[1] Error de edición. Debe ir industria

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