¿Y EL PUEBLO?
La Industria y las Finanzas se Disputan el Candidato Republicano
Por Victor Almagro
EXCLUSIVO
PARIS.- (Especial).- La pugna electoral entre el senador Taft y el general Eisenhower apasiona a los empresarios de televisión y las agencias noticiosas. Son nuevos excitantes, noticias, contratos. El mundo de los negocios también sigue las peripecias de esta lucha, pero desde un plano menos visible. Se sabe, no obstante, que los grupos económicos de Estados Unidos, son los que en definitiva deciden la elección de los candidatos y con frecuencia la victoria misma. Cuando no triunfa el candidato de su preferencia, como en el caso de Roosevelt, las corporaciones saben cómo ganarlo a su bando en el transcurso de su gestión gubernativa. Hasta cierto punto, las próximas elecciones presidenciales norteamericanas solo presentan un interés: saber qué actitud adoptará la clase trabajadora. Ante el fracaso de un tercer partido, en 1948, cuya cabeza fue Henry Wallace, parece probable que una vez mas los obreros norteamericanos deberán optar entre los dos candidatos de los partidos tradicionales, a menos que surja a último momento una candidatura obrera sostenida por los sindicatos, cosa que no es segura en modo alguno.
El proyecto de crear un Partido Laborista, al estilo británico, no encontró eco hasta hoy en el movimiento sindical de Estados Unidos. Por el momento, la lucha interna en el Partido republicano acapara la atención internacional y sólo es útil para demostrar cuáles son los fundamentos de la democracia norteamericana, ese régimen que, como ha dicho, es la democracia del dinero en la republica del dólar.
El “big bussiness” abre el ojo
Los diarios norteamericanos consideran como una cosa natural informar sobre las reacciones que tal o cual candidato ejerce en los diversos sectores del mundo financiero o industrial. Tanto “New Republic” como “New York Times” o “U.S.A. News and World Reporter” han ilustrado el publico que fuerzas respaldan a Taft y a Eisenhower. Estos periódicos aclaran que es imposible en Estados Unidos ganar las elecciones presidenciales por el sólo apoyo popular. Se necesita mucho dinero para “engrasar” la máquina de los partidos. Ese dinero proviene de las industrias, de los bancos, de las compañías ferroviarias o de los “trusts”.
En las elecciones preliminares del partido republicano, los ciudadanos de esa agrupación designan solamente un tercio de los delegados que nombran al candidato presidencial. Los otros dos tercios son designados por la “máquina” del partido, en la cual pueden ejercerse “insinuaciones”, presiones, soborno, o chantaje directo. El presidente Truman, que algo sabe de estas cosas, ha llamado a las elecciones primarias (donde el humilde ciudadano cree estar contribuyendo al candidato de su preferencia) echar “polvo a los ojos”. Es la máquina partidaria la que en realidad designa al verdadero candidato.
El senador Taft esta apoyado por los granjeros aislacionistas y proteccionistas y por la pequeña y gran industria ligera, que se opone a la intervención del Estado en los negocios privados y que estiman que la producción civil es un negocio más provechoso que la industria bélica. Como es natural, se trata de una combinación de intereses contradictorios reunidos alrededor de un candidato republicano; es de esperar que otros grupos económicos de los mismos sectores apoyen al candidato demócrata que mejor responda a sus intereses. Apoyar simultáneamente a dos partidos no es una innovación en ninguna parte del mundo para los capitalistas.
El general Eisenhower parece ser el campeón de la industria pesada y de los grandes bancos. Entre sus partidarios se encuentran Paúl Hoffman, ex administrador de la ECA (Plan Marshall) y presidente de la Studebaker Corporation y directo de la Fundación Ford. También lo apoya el general Clay, antiguo gobernador militar de Alemania y presidente de una importante fábrica, lo mismo que Ralph Richardson, rey del petróleo de Texas, Walter William, director de un banco, Hartman, importante accionista ferroviario, el gobernador Dewey, etc. Se esperan los primeros discursos de Eisenhower para que las grandes corporaciones salgan de su reserva y decidan el platillo de la balanza política.
A los 25 millones de obreros industriales de los Estados Unidos se opone la voluntad de 60 familias todopoderosas, que usufructúan el dinero y el poder. En estas condiciones hablar de una “pugna democrática” es un simple sarcasmo.
Artículo publicado en el diario Democracia
Edición del Sábado 10 de Mayo de 1952 (Pág. 1)